El periodismo y la enseñanza así como algún acercamiento literario conforman los tres ángulos capitales de la geografía laboral y profesional de la escritora Teresa María de la Concepción Escoriaza y Zabalza, nacida en San Sebastián el 9 de diciembre de 1891 y fallecida en la misma ciudad en completo anonimato el 18 de julio de 1968.
Sus padres, Blas de Escoriaza, secretario del tranvía de San Sebastián, y Dolores de Zabalza de ascendencia navarra, quisieron que Teresa de Escoriaza tuviera una formación esmerada y avanzada para una mujer de su tiempo. Tras estudiar bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros, se trasladó a la Académie de Bordeaux en Francia donde obtuvo el diploma de profesora de enseñanza elemental en 1910, más tarde convalidado en universidades de Madrid y de Liverpool.
La briosa personalidad de Escoriaza junto a su carácter inconformista y liberal, su deseo de mejorar sus condiciones de vida y las del género femenino, su ansia de libertad personal frente a la asfixiante sociedad española, así como su afán por conocer distintas culturas y formas de vida, la llevaron a embarcar con veintiséis años hacia Nueva York donde arribó el 3 de octubre de 1917. En Norteamérica, Teresa de Escoriaza comenzó a ganarse la vida impartiendo clases de español y de francés primero en Connecticut, parece ser que también en Bryn Mawr College en Pennsylvania y más tarde como Assistant Professor de francés y español en el Montclair State Teachers College en New Yersey, donde colaboró en torno a 1935 con Margaret B. Holz en la preparación del libro El patio de los naranjos; ese libro, de Guillermo Hernández Mir, fue ganador del premio Gregorio Pueyo, con conversaciones, gramática, ejercicios y vocabulario para la enseñanza-aprendizaje del español.
Su vida dio un giro importante en Estados Unidos en los últimos meses de 1919 cuando pasó a formar parte del equipo de redactores del periódico La libertad, diario cercano al socialismo, para el que, con el pseudónimo Félix de Haro, ejerció como corresponsal escribiendo una serie de crónicas en la sección “Desde Nueva York” muy exitosas y comentadas; en ellas trató distintos aspectos y realidades de la vida y la sociedad norteamericana.
Desde este momento hasta el estallido de la Guerra Civil española Teresa de Escoriaza compaginó paralela y encadenadamente sus ocupaciones docentes en Estados Unidos con sus labores periodísticas en España.
En los primeros meses de la década de los años veinte, el periódico La Libertad cambió a Teresa de Escoriaza de sección. Se vio obligada a dejar sus crónicas neoyorkinas, estuvo al cargo durante un breve lapso temporal de la sección “Femeninas” y poco tiempo después fue enviada como corresponsal de guerra al norte de África para relatar los acontecimientos bélicos de la guerra española con Marruecos.
Durante todo el mes de septiembre de 1921 en la sección titulada “Del dolor de la guerra”, La Libertad reprodujo las crónicas bélicas de Escoriaza, unos artículos caracterizados por su atenta sensibilidad femenina y por mostrar el trágico y doloroso panorama de destrucción, desolación y muerte que ofrece cualquier conflicto armado desde una óptica de mujer; ella, alejada de los datos y episodios bélicos más llamativos, se distingue por atender a los aspectos más dolorosos de la guerra: descripción de las muertes, la situación de los soldados heridos, la tragedia de la destrucción de casas y familias…. Pocas semanas después, en los últimos compases de 1921, todas estas crónicas fueron recopiladas y publicadas en un volumen titulado Del dolor de la guerra (Crónicas de la campaña de Marruecos) con un prólogo de Antonio Zozaya compañero de Escoriaza en la redacción de La Libertad.
En 1922, Escoriaza escribe en el diario Informaciones para el que trabajó con artículos de calado sobre diversa temática aunque sus contenidos tengan como elementos constantes la defensa de la mujer y del feminismo así como análisis que muestran su cultura, su inteligencia y sus agudas aptitudes para la observación y expresión de ideas y motivos candentes en su tiempo.
El nombre de Teresa de Escoriaza apareció en otras publicaciones periódicas y medios de comunicación dependientes del grupo de Juan March como “Radio Ibérica”, donde participó en la emisión de un ciclo de conferencias para mujeres y en un curso de francés que fue el germen de un manual de francés, Curso elemental de francés, publicado por Escoriaza en 1925. A raíz de estas actividades radiofónicas, la periodista y docente donostiarra es considerada no sólo como una de las primeras voces femeninas de la radio en España sino como pionera en la defensa del feminismo a través de las ondas por sus conferencias en pro de la defensa y vindicación de la mujer; además es precursora de la radio educativa por su curso de francés.
Años más tarde se puede encontrar la firma de Teresa de Escoriaza en la sección “Páginas de mujer” del semanario Mundo gráfico donde, junto con asuntos considerados propios del público femenino, como moda, belleza y decoración del hogar, la escritora aprovechó sus páginas para ofrecer artículos de fondo político, social y vindicativo lo que da muestra de su pensamiento, de su acción pública a favor de las mujeres y de los cambios que algunas escritoras querían introducir en la sociedad española del momento.
Su relación con la escritura no se ciñó estrictamente al ámbito del periodismo. Teresa de Escoriaza fue autora de la traducción de la novela francesa La corte de las damas, de Marie Deschard, en 1922, para la editorial Eva. En 1929, prologó una pequeña Antología de mujeres en la colección “Los poetas” para la cual confeccionó una somera aproximación a Carolina Coronado en que relacionaba la actividad de la poeta extremeña con algunas ideas sobre el feminismo, el trabajo de la mujer y su valor y condición en la sociedad; además, ese año publicó una novela aparecida en la popular colección “Los novelistas” titulada El crisol de las razas, cuya trama, centrada en Nueva York, ofrece una visión inquieta y un tanto desoladora del futuro: muestra los contrastes de la gran urbe norteamericana y entrelaza los problemas y conflictos sociales e ideológicos de diferentes clases sociales con su propia inclinación hacia las doctrinas ideológicas revolucionarias rusas.
El estallido y resultado final de la Guerra Civil española hizo que Teresa de Escoriaza, vinculada ideológicamente con posiciones liberales y republicanas, fijara definitivamente su residencia en Montclair (Nueva Jersey) en la costa este de los Estados Unidos. Allí obtuvo la nacionalidad norteamericana en 1938 y siguió ganándose la vida gracias a sus clases de español y francés en el Montclair State Teachers College donde llegó a ser una de las profesoras más conocidas, admiradas y populares hasta su jubilación. A pesar de no haber contraído matrimonio, en su definitivo asentamiento en Estados Unidos no vivió sola, ya que su hermana y su sobrina, también exiliadas como consecuencia de la derrota republicana, consiguieron un salvoconducto para poder abandonar España, encontrarse con ella y residir a su lado.
La periodista y docente donostiarra se jubiló en 1959 y, después de residir por un corto espacio de tiempo en California, regresó a España donde murió casi en el anonimato el 18 de julio de 1968.
Blas Sánchez Dueñas
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