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Josefina Carabias (1908-1980)

Es conocida generalmente por su vinculación al periodismo, en el que fue una de las españolas pioneras como redactora en un periódico de información general. Su producción escritural no obstante fue más ambiciosa y se materializó en varias monografías, dos novelas cortas, una comedia en tres actos -que llegó a ver representada en el teatro Gran Vía de Madrid, por sus amigos Pepe Soler y Mercedes Leal-, una conferencia pronunciada y editada por la Fundación Española Universitaria, y el epílogo a uno de los libros más relevantes de su compañero en las labores periodísticas, Manuel Chaves Nogales, a lo que se suma una cantidad ingente de colaboraciones en prensa en forma de reportajes, entrevistas, crónicas y artículos de variado tono y alcance.

Josefina Carabias fue una mujer que sin figurar entre las que oficialmente se consagraron en su tiempo por romper moldes o por encabezar rebeliones sociales o políticas, merece especial atención por haber abierto caminos profesionales a la mujer sin descuidar las atenciones que requería tener una familia formada por marido y cuatro hijos; sobrevivió durante dos años con una niña nacida en la soledad familiar de una Francia ocupada, accidentalmente separada del marido que podría haberles proporcionado apoyo material en tan difícil trance y logró compaginarlo todo con su oficio de periodista, con el que atendía las necesidades más imperiosas de supervivencia del minúsculo grupo familiar.

La escasez de estudios bibliográficos sobre su persona y obra no empaña el papel tan importante que desempeñó en el ejercicio de su profesión, en la que ya con sólo veinticuatro años gozaba de extraordinario prestigio. Carmen Rico-Godoy, la hija nacida en el exilio y digna sucesora profesional de su madre, la señala como la primera mujer que se dedicó profesionalmente al periodismo de información general y político. También escribió algunas novelitas, traducciones varias, biografías y algún ensayo.

Josefina Carabias nació en Arenas de San Pedro y se educó en el seno de una familia numerosa, trabajadora y hacendosa. Destacó muy pronto por su prodigiosa memoria que la acompañaría de por vida. Lectora impenitente, superó inicialmente los reparos paternos a que estudiara Bachillerato como era su deseo, mediante estratagemas relatadas por su hija Carmen, que remarca cómo desde muy joven peleó por defender la igualdad de las mujeres y subrayó sus convicciones igualitarias sin que nunca llegaran a traducirse en términos de violenta dialéctica feminista.

Finalmente consiguió terminar los estudios de Derecho en Madrid, donde convivió en la Residencia de Señoritas con lo más granado de la intelectualidad del momento. Muy pronto se convirtió en socia del Ateneo y gracias a una relación familiar publicó su primer artículo de prensa en la revista Estampa en 1931; el tema, de encargo, fue sobre “Las mujeres en la Universidad”.

En el Ateneo completó su formación política, inclinada hacia el socialismo republicano, conoció a prohombres relevantes en el mundo de la política y de las letras haciéndoles hablar directamente en las múltiples entrevistas que les dedicó (valgan como ejemplo las dedicadas a Azaña, Valle-Inclán, Victoria Kent –la única entrevista que firmó como “Pepita Carabias”-, Largo Caballero, Margarita Xirgu, Pío Baroja,  etc..

Muy breve fue su experiencia como locutora en el diario La Palabra de las ocho de la mañana de Unión Radio Madrid. Su nombramiento como redactor jefe a propuesta unánime de sus compañeros de redacción mereció un suelto como noticia en la Crónica del 1 de septiembre de 1936.

Desde 1932, además de trabajar en Estampa, a la que permaneció vinculada hasta 1934 y en el diario Ahora, lo hizo también en La Voz, diario de tarde. Algo después se incorporó a las páginas de los semanarios La Crónica y Mundo Gráfico.

La guerra civil  truncó una carrera que se prometía tan brillante y exitosa como prolija. Casada con José Rico Godoy desde abril de 1936, los precedentes políticos del marido aconsejaron salir de España, y el matrimonio se dirigió tras muchas vacilaciones a Francia. De sus inicios en París datan sus colaboraciones esporádicas en revistas argentinas y mexicanas –Diario Universal, de Guadalajara (México)-. Terminada la guerra José Rico volvió a España donde fue encarcelado; Josefina se  quedó sola en París donde nació su hija Carmen en 1939. Como otros refugiados, se vio obligada a abandonar la capital francesa de donde se trasladó primero a Civray, cerca de Poitiers. Allí sobrevivieron ella y su niña amparadas por la carta de refugiada que le concedieron las autoridades y con la pequeña aportación económica de sus colaboraciones con revistas extranjeras.

En 1940, ante el empeoramiento de la situación, marcharon a Biarritz hasta la vuelta a España en 1943, ya con su marido liberado de la cárcel. Quedó de momento suspendida su labor periodística y se inició como escritora bajo el pseudónimo de Carmen Moreno, nombre con el que vieron la luz la biografía de la emperatriz Carlota –Carlota de México (1944)- y Los alemanes en Francia vistos por una española (1944). Con el mismo pseudónimo firmó un centenar de guiones de radio, traducciones y artículos en revistas sobre los más variados temas, hasta 1947. En 1948 retomó la pluma como escritora anónima en las páginas de Informaciones, donde llegó a destacar en la sección de deportes titulada “La mujer en el fútbol”. Con su nombre propio volvió a firmar artículos en 1948, aunque tuvo que esperar a 1951 para tener el carnet de prensa, reiniciando una carrera ascendente que la hizo merecedora del premio “Mariano de Cavia”, de ABC por el artículo titulado “El Congreso se divierte” y que curiosamente se publicó sin firma. Por esas fechas inauguró una columna diaria en el diario Informaciones titulada “Madrid 53” donde aborda la difícil realidad española del momento siempre con un estilo sencillo, ameno y humorístico.

Su reincorporación a la experiencia europea le llega con los reportajes que con el nombre “Los alemanes sin uniforme” fue publicando con notable éxito, circunstancia que sería la base de su traslado en 1954 a Estados Unidos como corresponsal de un consorcio de los diarios Informaciones, de Madrid, El Noticiero Universal, de Barcelona y La Gaceta del Norte, de Bilbao. En 1959, volvió a trasladarse a París como corresponsal del periódico YA y allí permaneció hasta 1967; regresó e incorporó al periódico madrileño la sección “Escribe Josefina Carabias”.

Josefina Carabias destacó siempre por tener un estilo personal, claro, crítico y ameno, lo que le proporcionó el reconocimiento general por su capacidad de acercamiento y de hacerse comprender por el público.

Su pensamiento progresista y sus simpatías por la República, así como la visión de los alemanes en el volumen que les dedicó y su versión sobre la Francia ocupada, le granjearon algunas críticas y el rechazo de una parte del régimen franquista. Del paréntesis que en su labor periodística supusieron los primeros tiempos de su vuelta a España en plenos inicios de la Guerra Mundial, salió fortalecida en su escritura y en la calidad de sus textos; su nombre fue buscado insistentemente por los lectores y, sobre todo a partir de sus corresponsalías en el extranjero, Luis Blanco Villa la enalteció como maestra de periodistas.

María José Porro Herrera

 
 

Información sobre el/la investigador/a

Catedrática de Literatura Española de la Universidad de Córdoba en el Departamento de Literatura Española. Directora Ejecutiva de la “Cátedra Intergeneracional “Prof. Francisco Santisteban” de la Universidad de Córdoba. Leer más>